martes, 21 de julio de 2015

Siglo XIX-1: Romanticismo

El Romanticismo fue un fenómeno cultural que se dio en la primera mitad del siglo XIX, el cual abarcó todos los aspectos de la vida del hombre (desde la política hasta el arte, y desde la literatura hasta las modas) y que, en el fondo de su expresión, llegó a constituirse en una especial actitud.

El Romanticismo, en sí, surgió como producto de las ideas propugnadas por la Revolución Francesa y de ciertos acontecimientos históricos y políticos –como las guerras napoleónicas– que habían despertado en las personas un pretexto para llevar a su desenvolvimiento un cambio rotundo contra la dominante cultura francesa dieciochesca de la Ilustración. Y, en fin, podría decirse que el Romanticismo fue la concentración de los elementos dispersos puestos de manifiesto por los prerrománticos que, a pesar de su efímera vida (escasos veinte años), dejó una profunda huella en la humanidad que aún se percibe hoy día.

Este término proviene del adverbio latino “romanice” que significa “a la manera de los romanos”. Pasó al francés con la derivación “romanz” que se escribió “romant” en el siglo XII y “roman” a partir del siglo XVII, utilizado para designar la lengua vulgar frente al latín; luego pasó a significar cierta composición literaria escrita en lengua vulgar tanto en verso como en prosa, cuyos tópicos eran complicadas aventuras heroicas o galantes. A su vez, esta palabra se introdujo en el inglés con la forma “romaunt” y, hacia mediados del siglo XVII, aparecen ya los adjetivos “romanesque” y “romantic”.

El adjetivo “romantic” fue empleado primeramente en lengua inglesa hacia 1666 con un sentido de fantástico y novelesco. Hacia finales del siglo, pasó a connotar cualquier cosa de carácter “quimérico, ridículo, absurdo”, en la literatura. A principios del seiscientos, fue usado para designar todo aquello que era producto de la imaginación y que reflejaba un gusto irregular y mal ilustrado. Más tarde, en las postrimerías del siglo XVIII, los prerrománticos ingleses emplearon la palabra con el fin de determinar con ella lo que agradaba a la imaginación y lo que despertaba el ensueño y la emoción del alma, aplicado a las montañas, a los bosques, a los parajes fantasmagóricos, a los castillos misteriosos, etc. El mismo término pasó al francés por “romanesque” y luego “romantique”, forma que se extendió por toda Europa.

El término romántico empezó a aplicarse a la literatura y a las artes, hacia 1798, en Alemania, por los escritores del Grupo de Jena (hermanos Schlegel y Novalis, así como Wachenroder y Tieck). Más tarde, a principios del siglo XIX, se autodenominaron así los autores ingleses dominantes en ese período (Keates, Lord Byron, Shelley y Scott). De Inglaterra, el Romanticismo, ya como movimiento, pasó a Francia en 1818 con las publicaciones de Madame de Staël y Châteaubriand, y culminar con todo su esplendor con la figura de Victor Hugo, hasta convertirse el país galo en la pasarela que lo lanzó por toda Europa en el segundo tercio del siglo XIX.

A pesar de que el Romanticismo constituyó, en el fondo, un movimiento cultural, político y de costumbres en toda la Europa de la centuria decimonónica, en cada país, acorde con la situación histórica dominante, se desarrolló uno particular: ya inclinado hacia las ideas liberales, ya hacia las ideas tradicionales, o bien, se dieron los dos tipos independientemente o de manera ecléctica.

Romanticismo revolucionario o liberal: Fue el explotado por aquellos autores que, en lugar de mirar hacia el pasado con espíritu creador y ferviente, aspiraron a desarrollar una nueva cultura, haciendo tabla rasa de los conceptos de jerarquía, religiosidad y tradición. Su punto de partida se situó en los enciclopedistas, caracterizados por su escepticismo, su rabioso subjetivismo y una exagerada inclinación hacia los sentimientos apasionados. Entre los seguidores más fervientes estuvieron Dumas, Leopardi, Lord Byron y Espronceda.

Romanticismo tradicional: De cara contra la tendencia revolucionaria romántica, se dio otra clase de Romanticismo de corte tradicional, cristiano y orientado a la restauración de los viejos valores morales y religiosos que exaltaba lo nacional y se dirigía con nostalgia hacia el pasado medieval. Sus seguidores más destacados fueron Scott, Victor Hugo, Châteaubriand, Mazoni y Zorrilla, entre muchos otros.

Características generales del Romanticismo

- El Romanticismo constituyó, de hecho, un movimiento unificado y, aunque haya habido asincronías y diferencias acentuadas entre uno y otro país en donde se dio, es indudable que, en todos los movimientos románticos, se revelaron algunas características básicas que permanecieron y le confirieron unidad sustancial al período.

- El Romanticismo se levantó como movimiento reaccionario y rebelde contra el estricto conglomerado de reglas neoclásicas, cuyo antecedente se puede hallar perfectamente en el movimiento barroco. Fue la manifestación del liberalismo en las letras y en las artes, como lo designó Victor Hugo.

- La característica más radical del Romanticismo fue la exaltación del yo del autor, lo que se puede llamar un culto al idealismo romántico. Ello condujo, decididamente, a la afirmación de los sentimientos, de la emoción y de la imaginación en contra de la razón, ya que se decía que dos hombres pueden pensar más o menos igual, pero jamás sentir de la misma forma.

- Los románticos sintieron gusto por la soledad, el pesimismo, la nostalgia, la voluptuosidad del sufrimiento, la burla y el sarcasmo, la búsqueda del suicidio y el amor a la indeterminación; la vaguedad y el misterio fueron las soluciones a las que recurrieron los autores contra el tedio que producían las divagaciones sentimentales del yo, que se conoció como “le mal de siècle” o el fastidio universal.

- La exaltación del yo llevó al hombre hacia un profundo individualismo y un total subjetivismo, ante el objetivismo neoclásico.

- Frente al paganismo de los neoclásicos, el movimiento romántico revivificó entusiasmo cristiano integrado a una ola de misticismo. 

- En contraposición a las artes y letras del siglo XVIII, que estaban dirigidas a una minoría selecta, el romántico soñó con ser el centro de la sociedad en general, es decir, estar abierto a todas las clases sin predilección alguna.

- Se muestra una veneración y exaltación por lo popular y nacional contra lo supranacional que había establecido el Neoclacisismo; de aquí el interés por lo folclórico, lo vernáculo, que dio pie, primero, a un Romanticismo criollo (cuyo objetivo era salvaguardar los monumentos literarios, más como actividad civilizadora que como una escuela de bellas letras) y, después, al Costumbrismo.

- Se dio un apego exagerado a la naturaleza como reflejo del espíritu del romántico. Los paisajes escogidos establecían una relación emotiva con los sentimientos, cierta empatía entre emotividad (espacio espiritual) y naturaleza (espacio físico); preferían espacios rústicos y agrestes, altas cumbres, densas selvas y mares tempestuosos, así como ruinas y sepulcros, todo acorde con las fortísimas pasiones que brotaban en los protagonistas. A su vez, junto con la naturaleza, escogieron como espacios aquellas ciudades más artísticas de cada país.

- El romántico se sintió hastiado de la realidad circundante, vulgar y cotidiana que lo envolvía en un círculo de monotonía y de desilusión, por lo que buscó con ansia la evasión en el ensueño y la fantasía, en la orgía y la disipación, en el espacio y el tiempo. De aquí que haya surgido el gusto por lo exótico oriental, lleno de misterio y brillo; la Edad Media lejana, mítica, fantástica y épica; la época helenística, cosmopolita y suntuosa; en fin, todo lo que permitiera alejarse espacial y temporalmente.

- Para los románticos, el arte y la literatura tenían como única finalidad excitar fuertemente la sensibilidad del lector y el espectador con un sinnúmero de emociones: tristeza, entusiasmo, conmiseración, terror, horror, sorpresa. El Romanticismo y el autor romántico, en sí, exponían una creencia, contraria al Neoclasicismo, de que la obra debía tener un fin estético, para la recreación sensorial, que permitiera la evasión del receptor por medio del texto.

- Hubo una gran libertad de asuntos, temas y motivos surgidos de los más profundos sentimientos:

- El amor como sentimiento superior que aparece matizado de diversas maneras: el amor insatisfecho, el amor olvidado, el amor pasional, el amor imposible, etc.

- La mujer idealizada y mórbida: casi siempre imposible de alcanzar y perdida por las circunstancias que evitan la felicidad. La mujer romántica se convierte en un tipo característico por ser delicada, de manos y pies pequeños, de voz dulce y elegante, de gestos finos y suaves, en suma, con atributos similares a los demarcados por los estilnovistas del Renacimiento (la llamada mujer ángel).

- El bien perdido: la inocencia, la infancia, la familia, los amigos, la libertad que trae como consecuencia el exilio, la madre, la fe filosófica o religiosa, la vida, el consuelo, etc.

- El tema de la muerte –muy frecuente en toda obra romántica, como medio de reencontrarse con el ser amado en el más allá– se presenta como la única solución ante lo imposible que agobia al hombre, a la cual se llega mediante duelos, suicidios, enfermedades como la tuberculosis o hemoptisis, asesinatos con armas blancas, envenenamientos, etc.

- Ideas de carácter social, político, moral, como la libertad, la justicia, la igualdad, etc.

- El Romanticismo desechó todos los preceptos contenidos en las poéticas neoclásicas y reclamó la libertad en materia de composición y de inspiración, dado el hecho de que creían que el artista debía ser espontáneo.

- Renegaron de los modelos clásicos grecolatinos e instauraron otros nuevos: Homero, Dante, Shakespeare, Calderón, Lope de Vega, Cervantes, el romancero, la poesía baládica, la poesía trovadoresca, los poetas medievales y orientales, etc.

- Las formas literarias del Neoclasicismo entraron en total decadencia y se desarrollaron otras nuevas: la poesía intimista, la filosófica y la pintoresca; el drama y el melodrama; la novela sentimental, la confesional, la histórica, la exótica, la epistolar, la de contenido social, la costumbrista o prerrealista, la psicológica y la gótica o terrorífica; la leyenda en verso o prosa; los relatos o itinerarios de viajes; la poesía en prosa; etc. Aun cabe decir que no hubo una forma literaria pura, sino que se dio un combinación genérica.

- La lengua se transformó profundamente, pues hubo un abandono de los artificios expresivos de origen mitológico; los románticos reaccionaron contra la tiranía e imposición gramatical neoclásicas; defendieron el uso de vocablos libres, sencillos, coloquiales; sacrificaron la exactitud semántica de las palabras para lograr fines musicales (aliteración y sonsonete), para lo cual emplearon palabras tales como “lúgubre, rayos, centellas, soledad, ruina, páramo, meditabundo, nefando, delirio, sombrío, proscripto, horripilante, fatídico, etc.” y además desplegaron una gama amplísima de voces relativas a la arquitectura y pintura para las descripciones de los entornos.

- El estilo se hizo retórico, afectista, grandilocuente y gesticulante, el cual dio cabida a otras categorías gramaticales como el adjetivo y el adverbio. Hubo, a la vez, una preconización del contraste y la antítesis y no se le dio preferencia a un solo elemento discursivo, sino que se buscó lo pintoresco, el claroscuro, la enumeración, la digresión, exclamaciones e interjecciones retóricas y otras figuras.

- Los personajes románticos solían ser de una sola pieza, sin inflexiones psicológicas y sin contradicciones, correspondientes a un único modo de ser y actuar, así como víctimas del destino. Se prefería idealizar a los individuos rebeldes, audaces, liberales y generalmente atractivos y causantes de melancolía o patetismo: el pirata, el ladrón, el criminal, el aventurero, el mendigo, el peregrino, el suicida, el verdugo, el expósito, las mujeres de mala vida, los monjes, el anciano de barba blanca, los clérigos, etc.

- En síntesis, el término Romanticismo no debe entenderse sólo como sinónimo de exagerada sensibilería amorosa, sino como la expresión más sublime de libertad, patriotismo, fantasía, ensueño, imaginación, pasado histórico, misterio, leyenda, goticismo, revelación y rebeldía, vuelta a la naturaleza, solidaridad humana, etc. El Romanticismo redescubre al hombre tal y como es, con sus defectos y virtudes, con sus capacidades y limitaciones, con sus creencias y supersticiones.

Expresiones del Romanticismo en Europa

El movimiento romántico –como se ha dicho– caló muy hondo en todas las naciones europeas en la primera mitad del siglo XIX. En las artes y las letras, la renovación romántica trajo un auge en la producción de obras y, en consecuencia, de autores.

En el campo de la literatura han de mencionarse: los alemanes del grupo de Jena que son V. H. Wackenroder, Fr. A. Schlegel, L. Tieck y Novalis; del grupo de Heidelberg están J. Görres, C. Brentano, A. von Arnim, L. Uhland y los hermanos Grimm. En Inglaterra, los románticos más importantes son los lakistas Wordsworth, Coleridge y Southey y los sentimentales Scott, Lord Byron, Shelley y Keats. En Estados Unidos, descuellan Irving, Cooper y Poe. En los países nórdicos, sobre todo Dinamarca, estuvieron bajo el influjo de los prerrománticos alemanes Oechlenschläger, Tegnér y Atterbom. En Francia, el movimiento mantuvo una larga lucha contra la tradición clásica y pudo, particularmente con Victor Hugo, alzarse con la victoria, pero siempre fue considerado como algo extranjero; los transmisores fueron Madame de Staël y Châteaubriand y los continuadores más importantes Lamartine, Nerval, Vigny, Musset, Stendhal y Dumas padre. En Portugal, tras la caída del régimen absolutista, surgió un movimiento romántico vuelto hacia creaciones poéticas de sabor popular, entre los que se destacaron Silva Leitâo de Almeida Garrett, Carvalho Araujo y Castelo Branco. En Italia, entre los autores más subrayados estuvieron Leopardi, Foscolo y Manzoni. En Rusia hay que señalar a Puschkin, Lérmontov y Odoyevski, y algunos que otros escritores polacos muy representativos como Mickiewicks, Slowacki y Krasinski.

Las artes tuvieron también sus expositores. En la pintura, la influencia del Romanticismo se hace sentir en la elección de temas: exaltación del patriotismo, de los hechos históricos, búsqueda de lo exótico y acercamiento a la naturaleza. Inicia, la revolución romántica en la pintura, el francés Louis David, y la continúan sus compatriotas Gros, Girodet, Gericault y especialmente Delacroix. En Italia, Francesco Hayez representa uno de los grandes impulsores de la pintura histórica, así como Cannevoli, Malatesta y Missini. En el plano de la escultura hay que recordar a Antonio Canova y Auguste Rodin. En la música, se destacan los alemanes Hoffmann, Weber, Mendelson, Schumann, Liszt; el polaco Chopin; los franceses Berlioz y Gounod; los italianos Verdi, Bellini y Donizetti.

Narrativa romántica

La narrativa, durante el Romanticismo, se perfila como el género que logra las más grandes y abundantes expresiones, tanto en calidad como en cantidad. Los autores románticos vieron, en el cuento, la leyenda, la novela y el cuadro de costumbres, el medio ideal para poner de manifiesto los principios de libertad y espontaneidad que enarbolaban y defendían con tanto ahínco. Particularmente, la novela se constituye en la tipología discursiva favorita de estos rebeldes de las reglas y las formas fijas, por ser, ella misma, un género híbrido y abierto a albergar los otros géneros sin perder su esencia. Ese afán iconoclasta, mixtificador y liberador de cánones, que singularizó a los autores de la primera mitad del siglo XIX, encuentra respuesta y expresión definitiva en la narrativa, así como en la capacidad asombrosa de difusión de textos impresos gracias al avance en la industria editorial, herencia directa de la Revolución Industrial. La prosa narrativa se presenta matizada según la intención predominante del autor en cuanto a temática y posición personal bajo las siguientes categorías: 1) Narrativa histórica, 2) Narrativa sentimental, 3) Narrativa de contenido social, 4) Narrativa psicológica, 5) Narrativa folletinesca o por entregas, 6) Narrativa costumbrista o prerrealista, 7) Narrativa fantástica o terrorífica, 8) Narrativa exótica o de aventuras, 9) Narrativa maravillosa o infantil, 10) Narrativa policíaca o de detectives.

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