jueves, 5 de febrero de 2015

Carmenes

La poesía alejandrina clásica ciceroniana
A la par de la literatura comprometida, en especial la prosa historiográfica (César, Salustio) y los discursos políticos (Cicerón), así como las poesía didascálica de corte filosófico (Lucrecio), se perfiló, a finales de la República, en el campo de la poesía, un movimiento poético renovador en la Roma ciceroniana que no sólo se explica por la lógica continuidad de los latinos (fieles imitadores de los clásicos griegos) de seguir también los pasos de éstos en su ruta hacia Alejandría y el exótico mundo oriental, sino por el afán purista y decantador que las letras romanas iban tomando y por el deseo espontáneo de reacción contra la rutina bélica y los trillados motivos que el ambiente político obligaba a encarar. Estos poetas, inspirados en la literatura helenística, innovadores, jóvenes y liberales (hoy día, se les llamaría bohemios) se conocen como los poetas nuevos (neóteroi o poetae novi). Sus composiciones poéticas tenían en común:

El estar dirigidas a minorías selectas, es decir, a la aristocracia que, a causa de las constantes guerras civiles, se había vuelto más refinada e ilustrada, al contrario de la clase popular.

Un eminente gusto por la descripción preciosista, que les permitió recrear los viejos mitos clásicos griegos con nuevas formas y estilos, para lo cual se vieron en la necesidad de acuñar vocablos (neologismos) y echar mano de toda la erudición histórica, mitológica y científica que poseían.

Constantes alusiones a personajes políticos, situaciones personales, enredos amorosos, devaneos, idilios, etc. De ahí que el estilo de estas composiciones sea más personal que el de las grandes formas literarias en verso (por ejemplo, la épica). Abundan las expresiones ligeras, los términos familiares, una que otra palabra vulgar, así como los diminutivos cariñosos.

El empleo de metros poco usuales: la elegía amorosa, el epigrama alejandrino y la poesía narrativa (epilios), adaptados para el canto y el acompañamiento musical.

Toman, como puntos de referencia, a los viejos poetas helenos del período preclásico: Alceo, Safo, Anacreonte, Arquíloco, así como a los alejandrinos Calímaco, Teócrito y Meleagro.

Cayo Valerio Catulo (87 – 54 a.C.)
Provenía de una eximia y acomodada familia de Verona. Llegó a Roma y se dedicó de lleno a los estudios y deleites de la vida mundana (bohemia); en especial, cuando se dejó embrujar por el frenesí y la voluptuosidad de aquella dama a quien él nombre, una y otra vez, en sus cármenes, como Lesbia (indudablemente, la terrible Clodia Pulcher, hermana de Clodio, el tribuno). Un rompimiento antecedió al desempeño de su ocupación pública en Bitinia, en el estado mayor del propretor Memmio, quien lo ayudó a enriquecerse como él ni siguiera se lo había imaginado; luego, retornó a Verona y a Roma, exasperado por una nueva etapa pasional; para entonces, se logró reconciliar con Julio César, antiguo huésped de su familia, con el que se había ensañado virulentamente en sus epigramas. Aunque falleció poco después, todavía en época de plena juventud, Catulo halló cómo disfrutar de los placeres que la Roma turbulenta de su tiempo le ofrecía, placeres que se pueden resumir en el nombre de Lesbia, quien, a la postre, llegó a ser su Musa y el motivo central de toda su creación poética: «Cuando Catulo conoció a Clodia Pulcher, ella estaba casada con Quinto Metelo Celer y poco después enviudó (59 a.C.). Tenía unos diez años más que él; como él enamorada del arte, apasionada, ardiente, pero sin su alma profunda de poeta nacido para sufrir amando, lo encendió con sus divinos ojos de Juno en una pasión de la que Catulo jamás pudo liberarse sino destrozando su corazón. De ese amor y ese dolor, que llenaría toda su vida, no hallaría más consuelo que la poesía; esa poesía instantánea en que se refleja su pasión casi hora a hora, en la que todas las peripecias de aquel grande amor quedaron indeleblemente impresas; desde el primer encuentro, en casa de un amigo complaciente; desde la primera vez que Lesbia se acercó al umbral, en el recuerdo de ansia y ebriedad que luego jamás apartó de su recuerdo enamorado.»

Los poemas de Catulo
De las poesías de Catulo, denominadas Catulli Carmina (Canciones de Catulo), se conservan apenas 116 muestras, que no están divididas ni por temas, ni por géneros, simplemente en tres grupos de acuerdo con la extensión y el metro empleado: los poemas breves, los poemas largos y los epigramáticos. Catulo es un lírico en el sentido que los antiguos daban al término: escritor de poemas que requieren música y ellos mimos son música.

- Poemas breves (cármenes del I al LX)
Se trata de una serie de poemas de carácter bélico y yámbico, denominados bagatelas o “nugae” (en metros diversos con predominio de los endecasílabos).Son de carácter personal. En unos se burla de personajes políticos como: Julio César, Cayo Memmio, etc. Hace referencia, de manera zahiriente, a los malos bardos como: Volusio, Sufeno, Cesio, etc. Critica, con gran sarcasmo, a políticos que vivían dependientes de otros como: Laporra, Mamurra, Batinio, Nonio, etc. También alaba a los buenos poetas, algunos pertenecientes al círculo de los “poetae novi” como: Quinto Cornificio, Cinna, Bibáculo, Cornelio Nepote, etc. Se mencionan hechos dolorosos, como la muerte de su hermano en Pérgamo (Troya). Se hace alusión a los diversos sitios de recreo pertenecientes al poeta: Cabo, Sirmión, Lago Garda, Tíboli. Sobresalen los cármenes dedicados a Clodia Pulcher, es decir, los que expresan su arrebato amoroso por Lesbia en todas sus expresiones y manifestaciones de sensibilidad.

- Poemas largos (cármenes del LXI a los XVI)
Son casi todos los de carácter narrativo. Muchos son narraciones mitológicas, incluso traducciones del griego (“La cabellera de Berenice”, “Epitalamio de Tetis y Peleo”), inspirados en los poetas alejandrinos (Calímaco de Cirene); en ellos se nota la máxima expresión del refinamiento que había desplegado la cultura helenística.

- Poemas epigramáticos (cármenes LXVII y del LXIX al CXVI)
Son todos poemas de carácter satírico, por medio de los cuales Catulo censura los vicios de la época: incestos, adulterios, pederastia, etc. Se destacan dentro de este grupo el carmen LXVII, en el cual aparece el motivo de la puerta personificada que es testigo de hechos escandalosos, un elemento que influirá profundamente en poetas posteriores. Sobresalen algunas composiciones de carácter amoroso, pero escritas a manera de despecho, ira, dolor, desencanto, inseguridad. Éstos poemas, al contrario de los del primer grupo, pareciera que fueron compuestos en esos momentos en que la relación del poeta con su amada, Lesbia, entraba en crisis, o bien, cuando se vislumbraba un caótico final.

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